Su propósito es garantizar que las actividades en sitio se desarrollen de manera ordenada, sin interferencias y alineadas con los objetivos generales del proyecto. Esta coordinación implica la programación conjunta de trabajos, la resolución de conflictos operativos, la comunicación de directrices técnicas y la verificación de que cada actor cumpla sus responsabilidades dentro de los plazos y estándares establecidos.

Desde una perspectiva de gestión integral, la coordinación en campo también contribuye a optimizar los recursos humanos, materiales y financieros, evitando duplicidades, retrasos o sobrecostos. A través de reuniones periódicas, reportes de avance y mecanismos de comunicación efectivos, el equipo de supervisión facilita la toma de decisiones y promueve un ambiente de colaboración. De esta manera, la coordinación de actores en campo se convierte en un elemento clave para mantener la coherencia técnica, el flujo de trabajo continuo y la eficiencia general en la ejecución del proyecto.